"L'Italia fara de se!" First appeared in the Italian journal Don Pirlone, 1848. Reproduced from Eduard Fuchs, Die Karikatur der europäischen Völker, Munich: Albert Langen, 1921, 108. |
EDUARD FUCHS, COLECCIONISTA DE UN ARTE DE PERIFERIA
Eduard Fuchs (31 de enero de 1870,
Göppingen, Alemania - 1940 París, Francia) fue uno de los más importantes y
reconocidos coleccionistas de pinturas, caricaturas y grabados de temas
referidos a la vida política, cotidiana y moral europea y oriental.
La pasión por el coleccionismo en
Fuchs está fuertemente ligada a su vida
personal y profesional. Pasó sus primeros años en Stuttgart donde se inició
como aprendiz en una imprenta para ayudar a solventar la precaria economía
familiar. Este ámbito laboral lo acercó tempranamente a grupos de jóvenes apasionados por la política, redactando
panfletos en pro de la revolución social, acción que le valió ser procesado y
condenado a cinco meses de prisión. Estos antecedentes señalaron públicamente su
activismo político y afección por el anarquismo pese a que después de 1889
pasó a formar parte de la socialdemocracia. Este cambio, sin embargo, no le
salvó de ser procesado nuevamente a cumplir cinco meses de prisión, en esta
ocasión, por difundir ideas socialistas.[1]
El contacto con la gráfica lo llevó a interesarse por las artes
plásticas y a relacionarse con artistas[4]
que luego invitaba a que publicaran sus trabajos en el Süddeutsche Postillon. Observó que
muchos de los ilustradores descubiertos por él, pasaban a otras publicaciones, igualmente
de izquierda, como Jugend (1895) y Simplicissimus (1896), pero de mayor
prestigio tanto por la calidad de los contenidos como por el público al que se
dirigían, casi siempre burgués. Al calor de toda la información que le
proporcionó su actividad gráfica, y a razón de una baja en la producción del Süddeutsche Postillon, fue cultivando
su interés por el coleccionismo. Por limitaciones económicas e ideológicas —y
en esto volveremos más adelante— se interesó por el arte popular, obras costumbristas,
grabados, especialmente caricaturas y cerámica campesina.
Publicaba en Süddeutsche Postillon los
grabados de su colección y también escribía sobre la historia de la caricatura ilustrándola
con las obras que había adquirido. Escribió sobre la historia de la
cultura, documentándola con ilustraciones, una historia
ilustrada, en la que la imagen construía también el relato. Estos estudios sentaron
las bases investigativas para emprender posteriormente el ambicioso proyecto de
escribir la historia de la caricatura europea.
From Eduard Fuchs, Die Juden in der Karikatur: Ein Beitrag zur Kulturgeschichte (Verlag Albert Langen, 1921). |
From Eduard Fuchs, Die Juden in der Karikatur: Ein Beitrag zur Kulturgeschichte (Verlag Albert Langen, 1921). |
-Ilustrierte Sittengeschichte vom Mittelalter
bis zur Gegenwrt [Historia ilustrada
de las costumbres, desde la Edad Media hasta nuestros días]. Vol 1: Renaissance [Renacimiento]; Vol 2: Die
galante Zeit [La época de la gente];
Vol. 3: Das bürgerliche Zeitalter [La época burguesa]. Hay además tres
volúmenes complementarios.
-Geschichte der erotischen Kunst [Historia del arte erótico]. Vol. 1: Das zeitgeschichtliche Problem [El problema de la época]; Vol 2: Das ïndividuelle Problem [El problema individual].
-Die Karikatur der europäischen Völker [La caricatura de los pueblos europeos]. Vol 1: Vom
Altertum bis zum Jahre 1848 [Desde la
antigüedad hasta el año 1848]. Vol. 2: Vom
Jahre 1848 bis zum Vorabend des Weltkrieges [Desde el año 1848 hasta las vísperas de la Guerra Mundial].
-Honoré Daumier, Holzschnitte und
Lithographien [Honoré Daumier,
xilografías y litografías]. Vol. 1: Holzschnitte
[Xilografías]; Vol. 2: Litographien [Litografías].
-Der Maler Daumier [El pintor Daumier].
-Gavarni.
-Die grossen Meister der Erotik [Los grandes maestros del erotismo].
-Tang-Plastik. Chinesische Grab-Keramik des
7.-10. Jahrhunderts [La escultura
Tang. Cerámica funeraria china de los siglos VII al X].
-Dachreiter und verwandte chinesische Keramik
des 15.-18. Jahrhunderts [Tragaluces y céramica similar
china de los siglos XV al XVIII].
Fuchs centró su estudio histórico-cultural en temas
periféricos que resultaban tabú y de los cuales no se hablaba abiertamente. Además, dedicó “obras
especiales a la mujer, a los judíos y a la Guerra Mundial como tema de
caricatura”.[6] Justamente
uno de sus más celebrados títulos fue la Historia de la moral sexual desde la Edad
Media hasta el presente, publicado en 1909.[7]
Editado en tres tomos más tres volúmenes complementarios, revelaba su interés
por la moral y las costumbres sexuales de la sociedad europea, situación que
hizo que el libro no pasara desapercibido, muy por el contrario, fue censurado
por sus atrevidas imágenes. Sin embargo, en esto Fuchs sentó un precedente como
pionero en el estudio de temas ubicados en los límites de la tradición
occidental, el costumbrismo, la caricatura, el arte de masas, llamando la
atención sobre ellos. Aunque ciertamente su trabajo no alcanzó relevancia en su
tiempo, fundamentó las bases para posteriores investigaciones.
Estuvo radicado en Süddeutsche
Postillon hasta 1901. Seguidamente se trasladó a Berlín para trabajar de
manera independiente. Para entonces las ediciones de sus libros le estaban dejando considerables ganancias. Paralelamente aumentó su
panorama de interés por el arte y empezó a formar una nueva colección de
cerámica y cuadros chinos:
Ya en 1912 se
podía leer en la famosa revista Kunst und
Künstler que la colección Fuchs “no tiene parangón en Alemania”. Fuchs era
propietario, por ejemplo, de una de las mayores colecciones de litografías y
pinturas de Honoré Daumier, de quien poseía 3.800 estampas, más que las
conservadas en la Biblioteca Nacional de París. La colección contenía en 1914 más
de veinte óleos de Max Liebermann, a quien Fuchs conocía personalmente. Eduard
Fuchs había reunido la obra de Daumier en sus viajes de coleccionista, cuyas metas
preferidas eran, además de París, Amsterdam y Londres, cuando este artista era
apenas conocido; en cuanto a Liebermann, era ya objeto de su veneración en unas
fechas en que este gran pintor estaba mal visto en la Alemania oficial como
representante del “moderno arte de las alcantarillas”.[8]
En la citada frase de Benjamin queda
claro el papel de Fuchs como coleccionista privado aventurado a preservar
manifestaciones “extra-artísticas” casi siempre de carácter efímero por el
soporte papel en el que frecuentemente se imprimían pero también por
adelantarse a su tiempo en cuanto a coleccionar obras de artistas que para la
época no habían alcanzado reconocimiento o que simplemente fueron desplazados
por no arropar los postulados de un arte comprometido.
A la par de su vida burguesa y como reconocido aficionado al arte, no dejó su sentir político. Progresivamente su distanciamiento “no oficial” de
la socialdemocracia se había convertido en una situación palpable al no
concordar con la posición adoptada por su partido ante el eminente desenlace de
la Primera Guerra Mundial.
En el transcurrir de la Primera
Guerra Mundial Fuch fue un activista en estadios claves de este proceso bélico,
protegió a Rosa Luxemburgo y ayudó a la mediación entre ésta y Lenin, acciones
evidentemente contrarias a las disposiciones de la socialdemocracia.[10]
Después de finalizar la guerra, siguió dedicándose a la política y al coleccionismo,
con la tranquilidad económica que aún le seguían dejando la venta de sus
libros. Pero los acontecimientos derivados del período de entre guerra
cambiaron radicalmente el panorama:
La toma del poder por los nazis
impidió a Fuchs continuar con su vida literaria y política en su patria. En la
primavera de 1933 escapó a París por Schaffhausen, Zúrich y Ginebra. Las SA
irrumpieron en su casa de Berlín. La rica colección fue saqueada en parte y, en
parte requisada y subastada algunos años después por los nazis. Por fortuna,
los óleos de Daumier propiedad de Fuchs se encontraban en 1933 en una
exposición en el extranjero. Así, hasta el momento de su muerte, el 25 de enero
de 1940 Eduard Fuchs pudo vivir con su esposa en el exilio parisino, gracias al
dinero obtenido por la venta de esas pinturas.[11]
Ya
en los últimos años de vida, Max Horkheimer, —amigo de Fuchs,— para entonces director
del Instituto de Investigación Social, invita a Walter Benjamin a escribir el
artículo: “Historia y coleccionismo: Eduard Fuchs”, publicado en la Revista de Investigación Social en 1937.
Benjamin analiza la actividad de Fuchs en medio del contexto de época y desde
la visión del materialismo histórico, para finalmente reivindicar su labor como
coleccionista, crítico e historiador. Para Walter Benjamin el caso de Fuchs le
reportaba una particularidad:
Hay muchas
especies de coleccionistas (…) Fuchs es sobre todo un pionero: el fundador del
único archivo existente para la historia de la caricatura, del arte erótico y
del cuadro de costumbres. Pero aún es más importante otra circunstancia
complementaria: Fuchs se hizo coleccionista en tanto que era un pionero. A
saber, pionero de la consideración materialista del arte.[12]
Fuchs planteó sus ideas en contra de
una historia entendida evolutivamente. Creyó que los procesos históricos son
cambiantes pero que ello no implicaba necesariamente una evolución, sino por el
contrario, una historia porosa, de convivencia de capas, de entretejidos. Cuando
mencionamos anteriormente a Fuchs como coleccionista de grabados, caricaturas y
objetos populares a causa de razones económicas e ideológicas, nos referíamos a
que su interés por este tipo de manifestaciones provenía de una raíz más
profunda ligada a su pensamiento político que adhería con el materialismo
histórico. Ahondó en el conocimiento de las relaciones sociales de su tiempo,
en sus contradicciones, de la posición de la mujer en la sociedad, de la
guerra, en la cuestionable normalidad cotidiana, en las clases populares y en
sus producciones. Esto fue lo que quiso agitar, y efectivamente lo logró. En su concepción ética resalta la concepción del aire democrático heredado
de la revolución de 1830. Según Baudelaire “la revolución de 1830 produjo como
todas las revoluciones una fiebre caricatural”.[13]
Fue ciertamente una bella época para los caricaturistas. En
esta guerra encarnizada contra el gobierno y, particularmente contra el rey,
todo era corazón, todo era fuego. Es verdaderamente curioso contemplar hoy día
esa vasta serie de fanfarronerías llamada La
caricature, grandes archivos cómicos al que todos los artistas de algún
valor aportaron su contingente. Es una algarabía, una Babel, una prodigiosa
comedia satánica, tan pronto bufa, tan pronto sangrienta, por las que
desfilaron ridiculizados, ataviados con los ropajes más variados y grotescos,
todas las honorabilidades políticas.[14]
El hecho de que Benjamin analice desde la perspectiva del materialismo
histórico la actividad de Fuchs, se debe también a que el perfil de la colección [15]
se adecuaba a la visión que Benjamin tenía sobre el arte moderno al considerar la técnica como
factor modificante del proceso artístico y de la reproducción del original como
causa del establecimiento de nuevos modos de accesibilidad a la obra.
(…) en la época de la reproducción técnica de la obra de arte lo que se
atrofia es el aura de ésta (…) la técnica reproductiva desvincula lo
reproducido del ámbito de la tradición. Al multiplicar las reproducciones pone
su presencia masiva en el lugar de una presencia irrepetible.[16]
La reproducción de la obra involucraba consecuentemente para Fuchs una
presencia masiva. Él conocía perfectamente los canales de circulación de la
obra gráfica y puso al alcance del público “proletario y burgués”, obras que
hubiesen quedado engavetadas o dirigidas a un público restringido sin lograr el
efecto asaetador y cuestionador que motiva las caricaturas. La distribución
masiva puso en boca de todos el pensamiento disconforme de los artistas con su
época, con las instituciones, con la moral, con la iglesia. Ya no era la
historia oficial la que se estaba difundiendo, era la historia de las masas, se
estaba construyendo una otra microhistoria gráfica. Para Fuchs “no hay caricatura sin difusión masiva de sus productos. Y
difusión masiva significa difusión barata”.[17]
Aquí también está un rasgo definidor del perfil de Fuchs como
coleccionista, ya que se abocó a difundir públicamente su colección. Como diría
Benjamin, en su afán de visibilizar llegó a ser un coleccionista exhibicionista:
En cuanto coleccionista Fuchs es balzaciano (…) No es sólo por ser un
hombre concienzudo que se sabe conservador de tesoros, sino también por ser
gran coleccionista exhibicionista por lo que Fuchs se sintió motivado a
publicar en cada una de sus obras exclusivamente material gráfico inédito que,
casi sin excepción, procedía de su propiedad. Para el primer volumen de La caricatura de los pueblos europeos
coleccionó nada menos que 68.000 láminas para escoger entre ellas exactamente
quinientas. Jamás reprodujo una lámina más de una vez. La profusión de su
documentación y la amplitud de su influencia van de consuno.[18]
Llegados a este punto, es necesario aclarar que nos estamos refiriendo a
la caricatura[19] a un
tipo de manifestación de la periferia, al margen del arte, del gran arte. La
caricatura para entonces estaba considerada una expresión “cuestionable” por
sus contenidos y su misma condición “antiestética”. En tal sentido, Fuchs visibiliza
y hace que se consideren culturalmente expresiones que según “la concepción
tradicional del arte, no pueden acreditarse sino como destructivos”.[20]
El
contorno histórico de la obra de Fuchs se perfila sobre este fondo (…) Fue el
coleccionista el que cayó en terrenos límite –la caricatura, la representación
pornográfica– en los que más tarde o más temprano queda en ridículo toda una
serie de patrones de la historia tradicional del arte. Advirtamos de entrada
que Fuchs rompió en toda línea con la concepción clasicista del arte cuyas
huellas son en Marx todavía perceptibles.[21]
Fuchs sabía de la importancia de su colección, por ello se atrevió a
escribir y documentar la historia de la cultura a través de su gráfica. “Eduard Fuchs se formó en esta época y de ella proceden
rasgos decisivos de su obra. Digámoslo con una fórmula: participa de la
problemática que resulta inseparable de la historia de la cultura”.[22]
From Eduard Fuchs, Die Juden in der Karikatur: Ein Beitrag zur Kulturgeschichte (Verlag Albert Langen, 1921). |
En
Fuchs no están ya en juego los conceptos según los cuales había desarrollado la
burguesía dicha concepción artística: el halo de la belleza, la armonía, la
unidad de lo múltiple. Y la misma autoafirmación robusta del coleccionista
extraño a las teorías clasicistas, cobra a ratos una vigencia drástica y brusca
incluso frente a la antigüedad. Apoyándose en la obra de Rodin y Slevogt,
profetiza en el año 1908 una belleza nueva “que en sus resultados definitivos
promete ser infinitamente mayor que la de la antigüedad”.[25]
En esta misma línea del desarrollo
artístico de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX comprendió que
en ese arte de periferia se encontraban consecuentemente las nuevas imágenes
del arte moderno:
Su
incomparable conocimiento de la caricatura más antigua le inicia pronto en los
trabajos de un Toulouse-Lautrec, de Heartfield y de un George Grosz. Su pasión
por Daumier le guía hasta la obra de Slevogt cuya concepción de Don Quijote se le antoja ser la única
capaz de mantenerse junto a Daumier. Sus estudios sobre cerámica le dan la
autoridad para apoyar a un Emil Pottner. Toda su vida estuvo Fuchs en amistoso
trato con artistas. No resulta por tanto extraño que su manera de abordar las
obras de arte sea a menudo más propia del artista que del historiador.[26]
En
relación a su colección de caricaturas que abarcó diversos temas, uno de los
aspectos más destacados es la colección de Daumier. Afirma
Benjamin que Daumier fue el artista que se alejó del perfil temático de la
colección de Fuchs porque en él no hay nada sensual, tampoco hace referencia al
paisaje, ni a la moda, características propias de los temas por los que tenía
predilección el coleccionista. Por ello, a consideración de Benjamin, Daumier
hizo de Fuchs un coleccionista dialéctico[27]:
Fue
en esta época [revolución de 1830] cuando Daumier inició una galería satírica
de retratos (…) Todas las pobrezas del espíritu, todas las ridiculeces, todas
las manías de la inteligencia, todos los vicios del corazón se leen y perciben
claramente en estos rostros animalizados y, al mismo tiempo, todo está dibujado
y destacado con grandeza.[28]
Aún así, la colección de Daumier termina entroncando con el
perfil general del resto de la colección puesto que después de
agotarse el tema de la revolución, el costumbrismo será al que se dedicará
posteriormente.[29]
Además tanto la caricatura como las obras costumbristas se encuentran en el
mismo límite de las expresiones artísticas hechas para las masas. El tema de las costumbres
también dio para que Fuchs le dedicara atención a la historia del traje, del cual
hace abordajes históricos, sociales y eróticos analizando situaciones de clase
y la influencia de los modos de producción en la moda. Pero también ve en el
traje un barómetro de la moral pública y costumbres de época.
Como un adelantado a su época y por el hecho de hacerse de objetos que
para entonces no entraban en el circuito validado por las instituciones
culturales, él cuestiona la institución museística como centro de recepción exclusiva
de las grandes obras.[30]
Las características de la colección de Fuchs lleva a precisar reflexiones sobre
qué se colecciona y dónde se expone. En este sentido se introduce un cambio en
el eje de los temas, modos de representación y tipos de obras, estimables de
ser mostrados.
Con todo, la personalidad de Fuchs, tanto como su colección y su pensamiento
estuvieron siempre en el borde de la tradición cultural. Hasta ahora sus aportes siguen siendo referenciales, a pesar no haber contado en
su tiempo con el reconocimiento de los círculos académicos, sólo tardíamente
por el ya mencionado Max Horkheimer, director del Instituto de Investigación
Social. La revolución de las imágenes en el arte moderno: representaciones que
tienen sus orígenes en la caricatura, lo grotesco, el arte africano, el arte
oriental, llevada por Toulouse Lautrec, Heartfield,
George Grosz, Pablo Picasso, por citar sólo a algunos de los artistas por los que
tuvo interés Fuchs, encontraron en este singular coleccionista a uno de sus más destacados y adelantados defensores
y estudiosos.
Texto: Anny Bello
BIBLIOGRAFÍA
Benjamin, Walter, Discursos
interrumpidos I. Filosofía del arte y la historia, Buenos Aires, Taurus, 1989.
Fuchs, Eduard, Historia ilustrada
de la moral sexual, (tomo 2 y 3), Madrid, Alianza Editorial, 1996.
Baudelaire, Charles,
“Daumier por Charles Baudelaire” en Daumier
narrado por él mismo y sus amigos, 1 ed., Argentina, Imprenta de F. M.,
1949.
[1] Eduard Fuchs. Historia ilustrada de la moral sexual,
Tomo 2, Madrid, Alianza Editorial, 1996, p. 10. Biografía a cargo de Thomas
Huonker.
[2] Maximin
Ernst fue un reconocido editor de tendencia socialista en Múnich. Imprimía el
periódico Iskra de Lenin pero también
llevaba la publicación humorística Süddeutsche
Postillon, de menor importancia, de
circulación bimensual y distribución reducida, dirigida a los trabajadores.
[3] Eduard Fuchs,
op. cit, p. 11.
[4] Algunos
de ellos: Bruno Paul (1874-1968), arquitecto, diseñador e ilustrador alemán,
colaborador de la revista Jugend (tuvo relación con la revista Jungdstil). Epharim
Moses Lilien (1874-1925), fotógrafo, artista e ilustrador de periódicos,
revistas y afiches, reconocido por su estilo de tendencia Art Nouveau.
[5] Al
respecto, Walter Benjamin menciona que fueron diez meses. “Historia del coleccionismo. Eduard
Fuchs” en Discursos interrumpidos I.
Filosofía del arte y la historia, Buenos Aires, Taurus, 1989, p. 95.
[6] Ibid, p. 96.
[7] Este
título es con el aparece publicado, pero de acuerdo a la traducción en Walter
Benjamin ya mencionada, es Historia
ilustrada de las costumbres desde la Edad Media hasta nuestros días.
En 1933, el libro fue incluido en el Index Prohibitorium por órdenes de Adolf
Hitler. A pesar de haber sido censurado tuvo una primera tirada de veinte mil
ejemplares en apenas tres meses, lo que implicó posteriormente se hicieran
numerosas reediciones. Pese a esta inmensa demanda, la publicación nunca fue
apreciada dentro de los círculos académicos especializados.
[8] Eduard
Fuchs, op. cit., p. 13.
[10] “Fuchs no sólo permaneció fiel al
internacionalismo, sino que, junto con Clara Zetkin, Franz Mehring, Rosa
Luxemburgo y Karl Liebknecht, formó parte del grupo Espartaco, que, en contra
de la política de paz civil propagada por el emperador Guillermo y seguida por
la mayoría socialista, se mantuvo firme en la política de lucha de clases y
abogó por la paz inmediata sin anexiones”. Walter Benjamin, op. cit., p. 15.
[12] Walter
Benjamin, op. cit, p. 89.
[13] Charles Baudelaire. “Daumier por
Charles Baudelaire” en Daumier narrado
por él mismo y sus amigos, 1 ed, Argentina, Imprenta de F. M., 1949, p. 143.
[14] Ibid.,
p. 144.
[15] El grabado es una técnica gráfica
que permite realizar series partiendo del original. Desde el ámbito del grabado
artístico tal como lo profesó Durero, hasta la modalidad que cultivó Fuchs, hay
una diferencia sustancial. Pese a ser el grabado una técnica que permite
realizar varias ediciones, éstas siempre eran limitadas y numeradas. Sin
embargo, en el caso de los grabados de Fuchs, fueron reproducidos en
publicaciones periódicas que alcanzaban altos tirajes y una baja calidad. Ya la
obra sale de la circulación limitada para expandirse a través medios impresos y
ser distribuida a las masas.
[16] Walter
Benjamin, op. cit., p. 22.
[17] Ibid., p. 133.
[18] Ibid., p. 118.
[19] Una consideración
es la diferenciación entre caricatura y dibujo de humor. Generalmente la
caricatura busca efectos relacionados con la comicidad recurriendo a la
deformación fisionómica para resaltar los rasgos menos favorecedores de un
personaje o de una escena. Ya desde mediados del siglo XIX Daumier inaugura la llamada “caricatura
moderna” (antecedente del dibujo de humor). Posteriormente en los albores de la
Primera Guerra Mundial, entra la denominación, “dibujo de humor”, que evita la
deformación física como eje de señalamiento y se enfoca en el carácter, la
psicología, en el “alma” de quien se representa, procura la sonrisa más que a
la risa, la idea crítica más que la pura sorna, pero sobre todo la reflexión.
La guerra removió las bases en las consideraciones de la fragilidad humana. El
humor se hizo más duro y al mismo tiempo más humano.
[20] Walter
Benjamin, op.cit., p. 105.
[21] Ibid., p. 103.
[22] Ibid., p. 100.
[23] Ibid., p. 101.
[24] Fuchs adelanta sus
investigaciones en el momento en el que Heinrick Wölfflin difunde su método
formalista.
[25] Walter
Benjamin, op. cit., p. 103.
[26] Ibid., pp. 103-104.
[27] Ibid., p. 128.
[29] Según Baudelarie la serie de Daumier
titulada “Robert Macaire significa la
inauguración decisiva de la caricatura de costumbres. La gran guerra política
se había calmado algo. La persistencia de las persecuciones, la actitud del
gobierno afianzado y una cierta laxitud, natural al espíritu humano, habían
vertido mucha agua sobre todo ese fuego”. Ibid., pp. 151-152.
[30] Fuchs advierte, y con
orgullo justificado, que las primeras carpetas de Daumier (y de Gavarni) no las
trajo a Alemania una iniciativa estatal, sino la suya propia. No es el único
entre los grandes coleccionistas que siente aversión por los museos (…) grandes
colecciones son socialmente menos problemáticas, si científicamente pueden
resultar más útiles que la privadas, también es verdad que se les escapa su
posibilidad más grande. El coleccionista tiene en su pasión su varita mágica
que le hace descubrir fuentes nuevas. Lo cual vale también para Fuchs, que por
ello se sentía opuesto al espíritu reinante en los museos bajo Guillermo II. Estaban
éstos dispuestos para dar relieve a las llamadas piezas importantes.” Walter Benjamin, op. cit., pp. 130-131.