martes, 25 de abril de 2017

FÉLIX BELTRÁN: DOS PAÍSES, UNA VIDA


Félix Beltrán nació en La Habana, el 23 de junio de 1938. Al calor de la vida cubana de entonces inició su carrera como diseñador gráfico, alzándose tempranamente como uno de los líderes comunicacionales más importantes que ha tenido este país.

De él se han expresado personalidades notables del mundo del arte.[1] En general, todos coinciden en sus contribuciones al diseño en Cuba y en México. Aun así, pese a la contundencia de las frases escritas sobre él, es pertinente ampliar un poco los referentes históricos que de cierta manera permitan resaltar sus aportes.

Cuba fue una de las primeras ciudades colonizadas del continente en 1492, y un invaluable centro comercial e industrial del Caribe. Las empresas tabacaleras y azucareras fueron las fuentes de producción de mayor peso del país. Incluso, ya desde mediados del siglo XIX, algunas marcas de habanos gozaban de prestigio internacional y eran reconocidos por su alta calidad. El aumento en las demandas de exportaciones del producto incidió notablemente en el nivel de competitividad entre las distintas empresas especialistas en el rubro. Se prestó mayor atención a la presentación del producto y a la marca que permitiera identificarlo y diferenciarlo de la competencia. Se fue dando valor tanto a la calidad del tabaco como al envoltorio. Se mejoró significativamente la confección de los estuches elaborados con pino o cedro y el diseño de las etiquetas de los empaques, inicialmente impresas a una sola tinta con métodos litográficos.

Para cubrir cada vez más el importante mercado del tabaco y de los cigarrillos se introdujeron nuevas técnicas litográficas. Según Enric Satué en El diseño gráfico. Desde los orígenes hasta nuestros días, en 1861 se introdujo en Cuba una máquina para cromolitografiar las etiquetas de colores en los envases de los cigarrillos, y luego en 1865, se importó un grabador eléctrico. En general, el diseño de etiquetas exhibía una generosidad de arabescos, reproducciones de monedas intercaladas para crear marcos decorativos, escudos, figuras humanas, tipografías y una vegetación de flores y palmas propia del trópico.




Anónimo. Caja de cigarros habaneros
Anónimo. Caja de cigarros habaneros
Félix Beltrán. Cartel, 1953
Félix Beltrán. Cartel, 1967


En cuanto al diseño editorial, se utilizó la técnica tipográfica (inventada en el siglo XV por Gutenberg) desde la primera mitad del siglo XIX. En ese sentido, Francisco Murtra fue una de las personas más influyentes al llevar por primera vez en el país la tipografía automática u offset, instalando en 1845 en Cienfuegos un imponente complejo donde editaba un periódico, y en otras ciudades como Bayamo, Manzanillo y Sancti Spíritus. Los conocimientos adquiridos a través de su formación y experiencia los plasmó en el Diccionario Tipográfico Cubano (incompleto), hoy día, importante literatura de referencia.
Cuba consiguió independizarse definitivamente de la colonización española en 1909, dando pasó a la II República. Aun así, continuó manteniendo una relación mercantil muy estrecha con Estados Unidos, situación que propició en el país una sentida influencia cultural y artística plasmada en el diseño publicitario y comercial de la época. Se introdujo la fotografía como recurso gráfico, incluso algunos anuncios para revistas y vallas fueron realizados a color. Más frecuentes fueron los avisos de periódico en blanco y negro para servicios, lociones, boticas, jabones, etc. El balance general, no deja propuestas novedosas ni aportes relevantes al área.

En este contexto surgió Félix Beltrán, quien tuvo su primera experiencia en la empresa transnacional Mc Cann Erickson de La Habana y, en 1956 una formación especializada de la mano de Ivan Chermayeff, Bob Gill, George Tscherny y Henry Wolf, en la School of Visual Arts, con Will Barnet y Theodorus Stamos, en el Art Students League, con Richard Pousette-Dart, en la New School for Social Research y de los conocimientos adquiridos en un curso ofrecido por Alexey Brodovitch en el estudio de Richar Avedon a través del American Institute of Graphic Arts; todas en Nueva York.

Tendencias del diseño, y algunas de ellas también en el arte, como el Art decó, el constructivismo, la Bauhaus, el estilo internacional tipográfico desarrollados durante la primera mitad del siglo XX, están presentes en el estilo definido de resaltada austeridad y síntesis visual creado por Beltrán. Estas tendencias tienen en común el desarrollo de la integración de factores estéticos y funcionales a través de la pureza de las líneas y las formas en aras de buscar la universalidad de la comunicación en todos los ámbitos abordados por el diseño gráfico. 
Después del suceso revolucionario de 1959, cambian las estructuras informativas hasta entonces conocidas en Cuba. Los distintos medios de comunicación, precisaron de imágenes y palabras diagramadas idóneamente para dirigir, informar, enseñar, recordar y provocar la nueva conciencia revolucionaria. [3]

En tal sentido, el cartel fue uno de los medios más utilizados. Su más importante productor fue la Comisión de Orientación Revolucionaria (COR) con más del ochenta por ciento de impresos ―y de la que Beltrán era uno de los jefes―, luego estaba la Central de Trabajadores, el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC), el Consejo Nacional de la Cultura (CNC), la Casa de las Américas y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. 4
Félix Beltrán. Cartel, 1968
Félix Beltrán. Cartel, ca. 1967


Acometer una producción de tanta envergadura fue en detrimento de la aplicación de programas de actualizaciones propicias para la formación de profesionales en el área. La preparación académica obtenida por Beltrán y su inquietud de actuar como multiplicador de conocimientos lo impulsó a iniciar su labor docente en el curso de Diseño Básico en la Escuela de Instructores de La Habana en 1962, en la cátedra de Diseño en la Escuela de Diseño Industrial de Cuba en 1964, y en 1968 en la Escuela de Periodismo de la Universidad de La Habana y en el Instituto Superior en Arte. Fue miembro fundador del Instituto Superior de Arte de La Habana en 1977. Expuso individualmente sus marcas en la Galería UNEAC de La Habana en 1967 y presentó una muestra colectiva en el Museo Nacional de La Habana en 1971, diseñó la identidad y exposición del pabellón de Cuba en la Expo 67 de Montreal y en la Expo 70. También fundó en La Habana en 1970 la Galería 11 y 4, especializada en diseño gráfico. 

Asimismo, siguió su actividad educativa dando charlas y conferencias y escribiendo libros: Desde el diseño, Ediciones Anteveo, La Habana, 1970; Letragrafía, Cuadernos de Historia, La Habana, 1973; Acerca del diseño, Ediciones Unión, La Habana, 1973. 
Otro de los aportes de Beltrán al diseño gráfico cubano, ha sido la redacción de su historia antes y después de la Revolución. También por muchos años fue el único diseñador reconocido en la publicación especializada en el diseño Who's who in graphic art. 5

Por: Anny Bello


[1] «Estos trabajos, fueron creados por un joven artista cubano, quien tiene un gran futuro y que a sus 22 años ha creado un estilo personal». Teresa de Habas, Nueva York, 1960.
«Mientras tanto Félix Beltrán se ha convertido en un diseñador gráfico conocido internacionalmente y sus trabajos han sido extensamente presentados en todas las revistas especializadas». Theodor Hilten, Münich, 1967.
«Cualquiera de los trabajos de Félix Beltrán de precisa simplicidad, es suficiente como el sorbo de buen vino, para apreciar su calidad». Gyorgy Horvath, Budapest, 1972.
«Félix Beltrán es un artista de severas creaciones, de estilo perfilado y de efectivos resultados». Antonio Saura, Madrid, 1977.
«Además de sus diversas actividades, si tuviera que precisar sobre el principal de sus aportes, contestaría que este radica en sus símbolos donde se le considera de los mejores a nivel internacional». Athanas Atoikov, Sofía, 1982.
«Un maestro que durante años ha evidenciado sus conocimientos de cómo hacer excelentes trabajos, en su propio estilo». Madeleine Bujatti. Münich, 1983.
«Félix Beltrán ha sido la principal influencia para las artes aplicadas en Cuba, como profesional desde la práctica y la educación». Al Gowan, Boston, 1984.
«Félix Beltrán es muy conocido en el mundo por haber participado en centenares de exposiciones, por tener sus trabajos en las colecciones de museos contemporáneos y por haber recibido muchos premios por su actividad».  Bruno Munari, Milán, 1985.
[2]  «El sistema de imprimir etiquetas en variados colores, con dorados y relieves, iba a alcanzar su mayor auge con el alza de la industria del tabaco de 1880».
«Alrededor de 1860 comenzó el uso del anillo, que es una banda estrecha litografiada donde aparece la marca y el nombre del fabricante del producto. Se coloca en la parte superior del tabaco. Esto despertó el interés de los coleccionistas creando una nueva afición que se conoce con el nombre de vitofilia».  Satué, Enric. El diseño gráfico. Desde los orígenes hasta nuestros días. Alianza Forma, Madrid, 1992. p. 408.
[3] Satué, Enric. Op. cit. p. 413.
4 «Hay carteles sobre el corte de caña y la producción de azúcar en la central; los hay que hablan de aumentar la productividad; otros llaman a reducir el absentismo; algunos subrayan la importancia del cuidado de los equipos; hay carteles que aconsejan sobre la prevención de incendios, la vacunación antipolio, la higiene alrededor del niño, conducir con cuidado, cruzar por las esquinas. Y también están los que promueven becas y ofrecen la oportunidad de hacerse maestro. Y aquellos que conmemoran fechas históricas. Y los que anuncian los films de estreno,  las exposiciones, los espectáculos culturales, los eventos deportivos. Y los que en alegres colores recogen el paisaje de los centros turísticos. Y los que honran a los mártires. Y los que recuerdan la necesidad de apuntar la puntería frente al enemigo. Y los que apelan a la solidaridad con Vietnam». Zumbado, Héctor, Los carteles de la Revolución cubana en Satué, Enric. Op. Cit. p. 413.
5 Op. cit, p. 415.

martes, 1 de noviembre de 2016

RECUPERACIÓN DE LA ODALISCA CON PANTALÓN ROJO DE MATISSE


Odalisque au pantalon rouge (Odalisca con pantalón rojo), 1925
Óleo sobre tela
61 x 73,5 cm
Colección Fundación Museos Nacionales/Museo de Arte Contemporáneo, Caracas

Valor patrimonial de las colecciones
El valioso patrimonio artístico resguardado en los museos venezolanos se ha ampliado con la adquisición de obras emblemáticas nacionales e internacionales. El Museo de Arte Contemporáneo de Caracas (MACC) fundado en 1973 por Sofía Ímber, posee una de las colecciones de arte moderno y contemporáneo más significativas de Latinoamérica. Por tal motivo no es de extrañar que Henri Matisse quien encabeza el movimiento fauvista, con una producción que es capítulo ineludible en la historia del arte moderno, ocupe lugar privilegiado en esta colección con el óleo Odalisca con pantalón rojo (1925), obra comprada por Sofía Ímber a la galería Marlborough en Nueva York en 1981. 

Los museos concentran a través de sus colecciones parte de la memoria cultural de los pueblos, configurando en las salas de exposición un espacio de encuentro y de conocimiento para los visitantes. Es por ello, que la presencia de La Odalisca con pantalón rojo en el MACC posibilita al público nacional y de otras latitudes, mostrar una obra maestra de las vanguardias históricas, que reviste un carácter artístico universal, por la notoriedad de su autor, por los valores expresivos que contiene la obra, por el lugar que ocupa dentro de la trayectoria del artista, por ser referente del arte moderno.

La significación de este óleo tiene otra particularidad al formar parte de la serie de odaliscas realizada de manera sistemática por Matisse en un momento de su carrera en que su pasión por el desnudo y los temas orientalistas abarcan buena parte de su trabajo. La serie está formada por unas cien obras, siendo ésta la única presente en una colección latinoamericana. Todas estas cualidades enfatizan el valor de la Odalisca dentro de una institución venezolana, en la que ocupa lugar estelar. 

Se entiende que cuando una obra es incorporada a un museo adquiere una categoría patrimonial que la aleja de la circulación con fines mercantiles, pues en el contexto de los museos priva el valor artístico y espiritual para el goce y disfrute de la ciudadanía. El legado artístico de los principales representantes de las vanguardias históricas goza de un incuestionable reconocimiento colocándolos en la lista de los más buscados por coleccionistas, según estudios realizados en el campo de las subastas.[1] Como es de esperar, la Odalisca con pantalón rojo tiene suficientes méritos que le permiten el calificativo de pieza paradigmática, que puede despertar anhelos de posesión. Incluso el coleccionismo oficial y privado pudiesen estar motivados algunas veces por estas mismas aspiraciones, pero animados también por el altruismo y guiados por los principios que rigen la defensa del patrimonio cultural.

Al encuentro de la Odalisca
El anuncio de la desaparición y sustitución de la obra lo dio a conocer Rita Salvestrini, para entonces directora del Maccsi, en 2002. El contexto en el que se produce el desafortunado evento, está imbuido en un panorama cultural y político nacional de completa desestabilización y cuestionamiento desde las esferas oficiales del gobierno a todo el sector cultural. Con la labor de localización se desplegó una serie procesos adecuados a estos casos, llevados por las instituciones competentes en el área[2]aplicando las disposiciones legales relacionadas con la custodia y salvaguarda del patrimonio de la nación, especialmente en los casos de tráfico ilícito de obras con los que se buscó esclarecer los posibles escenarios en los que la obra original desapareció y fue canjeada por una copia. Según Marianela Balbi, autora del libro El rapto de la Odalisca (Aguilar, 2009), se plantean dos hipótesis. Una, que la desaparición se produce cuando es trasladada en calidad de préstamo al Salón de Alhajas en Madrid, España, entre septiembre de 1996 y enero de 1997. Otra, que fue hurtada de las bóvedas del Museo de Arte Contemporáneo entre los años 1999 y 2000. El escenario definitivo aún queda por dilucidar.

Original 
Odalisque au pantalon rouge (Odalisca con pantalón rojo), 1925
Óleo sobre tela
61 x 73,5 cm


Copia
Odalisque au pantalon rouge (Odalisca con pantalón rojo), 1925
Acrílico sobre tela de algodón
68,5 x 75,5 cm


Después de largos años de silencio -salvo el llamado de Balbi a través de su libro para rescatar del olvido el caso, y de otras manifestaciones como el performance de Violette Bule realizado frente al MACC- la obra es recuperada casi una década posterior a su desaparición, en 2012, en Miami, Estados Unidos. Las hipótesis del recorrido varían, por un lado se ha estimado que después de salir del país, la obra fue llevada por sus hurtadores de México a Estados Unidos. Incluso que en 2002 Wanda de Guebriant del Archive Matisse recibió noticias de la venta de la obra en México por 740.000 dólares. Otros afirman que la obra pasó directo de Venezuela a Estados Unidos. Otros informan que fue ofrecida en Miami al galerista venezolano Genaro Ambrosino, quien alerta sobre la posible obra falsa que debía entonces reposar en la colección del Maccsi. Finalmente, en 2012 en esta misma ciudad compradores encubiertos de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) negocian la compra de la obra. Coartada con la que lograron capturar a los secuestradores[3] y concretar la recuperación. La pieza encontrada coincide con la desaparecida del Museo de Arte Contemporáneo. Sin embargo, se inició un proceso de autentificación para verificar que efectivamente se trata del original perdido: “[…] John Elderfield, curador jubilado del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) y experto en Matisse, fue llamado a testificar en el juicio por la Fiscalía Federal de Florida, Estados Unidos, para autentificar el cuadro. "Francamente, me parece que lo que vi es real", le dijo Elderfield a Wanda de Guebriant del Archives Matisse y la única experta autorizada en certificar una obra del creador.” [4]  

Sobre la obra original y el patrimonio 
Inevitablemente, toda obra patrimonial sustraídase expone a la exportación ilegal, y por consiguiente a la venta ilegal y cambio de propietario, sin descartar el deterioro físico; tales riesgos ocasionan daños morales, y en el peor de los casos, la total pérdida patrimonial. La desincorporación ilegítima del patrimonio de un país para ser vendida, dentro o fuera de las fronteras, introduce la obra en un mercado clandestino en el que no puede circular ni ofrecerse de manera libre. La obra fue comprada por 480.000 dólares, valorada posteriormente en 3.000.000 dólares y en la última oferta realizada por sus hurtadores en 1.500.000 dólares.   

La obra original reviste una condición áurica, insustituible, que convierte el acto de apreciación, en un momento de goce estético único. Al respecto señala Lumley “paradójicamente la gran explosión de reproducciones (postales, pósters, anuncios, programas de televisión) ha reforzado el aura de autenticidad que subyace en el original y, por tanto, el valor en concreto de la contemplación en persona”.[6]  Tal es el privilegio del encuentro con la Odalisca con pantalón rojo,  que aún hoy tiene rotunda presencia en el arte contemporáneo, y la posibilidad de celebrar la recuperación de un patrimonio cultural, en ella simbolizado. Afortunadamente todo este proceso se ha cerrado con la devolución de la Odalisca con pantalón rojo a las salas del MACC en el 2014. Ha quedado en el mito colectivo quién y cómo se sustrajo el original, y se cambió éste por la copia. No se establecieron responsabilidades internas.


[1] Según datos recabados desde 1987 a 1990, los veinte cuadros más cotizados en las subastas Sotheby´s y Christie´s corresponden a Vincent Van Gogh, Claude Monet, Pablo Picasso, Auguste Renoir y Paul Gauguin. En: Hernández Hernández, Francisca. El museo como espacio de comunicación, Ediciones Trea, Asturias-España, 1998, p. 134.
[2] En auxilio al Instituto del Patrimonio Cultural, respaldan las atribuciones que tiene: el Comité de Lucha contra el Tráfico Ilícito de Bienes Culturales, el Cuerpo de Investigaciones Científica, Penales y Criminalísticas (Cicpc) y la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol), entes canalizadores de las situaciones conflictivas asociadas al Patrimonio Cultural. Desde el ámbito internacional, acuerdos  internacionales suscriben las acciones correspondientes al caso, entre ellos, La Convención (1970) aprobada por la Unesco sobre las medidas a tomar para prohibir la importación, exportación y transferencia ilícita de bienes culturales, y el Convenio de Unidroit (1995) para los bienes robados o exportados ilícitamente.
[3] Quedan como responsables de la venta ilegal el cubano Pedro Antonio Marcuello Guzmán y la mexicana María Martha Elisa Ornelas Lazo.
[4] Falcón, Dubraska. “La Odalisca con pantalón rojo de Matisse regresa a Caracas”. Según el Instituto del Patrimonio Cultural, la obra llegará al país este mes. Caracas, El Universal, viernes 8 de febrero de 2013.
[5] Según la base de datos de “Art Losser Register” (Registro de arte perdido), para 1998 se habían declarado robadas o desaparecidas ciento tres obras de Matisse, encabezando esta misma lista Pablo Picasso, Joan Miró,  Marc Chagall y Salvador Dalí.
[6] Lumley, R. (ed): The museum time-Machine: putting cultures on display. Londres, Routledge, 1988, p. 15.



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